DECLARACIÓN DOCTRINAL DE FE

DE LA IGLESIA METODISTA INDEPENDIENTE

La Iglesia Metodista Independiente CREE y AFIRMA lo siguiente en forma clara e inequívoca:

  1. En la Inspiración divina, plenaria y verbal  de las Sagradas Escrituras en lenguas originales, su consecuente inerrabilidad e infabilidad y, como Palabra de Dios, su autoridad única en la Fe y la conducta ( práctica ).

Bajo el nombre Sagradas Escrituras, entendemos el Libro entero que se llama BIBLIA y, comprendemos aquellos libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento, de cuya autoridad nunca hubo duda alguna en la Iglesia. Estos libros son infalible en su escrito original y, que su enseñanza y autoridad son absolutas, supremas y finales. Que el Espíritu Santo inspiró a los santos hombres de Dios en todo lo que escribieron. 2ª Pedro 1:21; Exodo 20:1; 2ª A Timoteo 3:16; Hechos 1:16; 1ª A Los Tesalonicenses 2:13; 1 A Los Corintios 14:37; 2º Samuel 23:2.

  1. El Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Hay un solo Dios vivo y verdadero, eterno, sin cuerpo ni partes, de infinito poder, sabiduría y bondad; creador y conservador de todas las cosas, así visibles como invisibles. Y en la unidad de esta Deidad hay tres personas, de una misma substancia, poder, eternidad, majestad y gloria,  el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Juan 10:30, 36; A Los Gálatas 4:6; Hechos 2:17,18; Génesis 1:26; Génesis 3:22; Génesis 11:7; Isaías 6:8; Mateo 3:16,17; Mateo 28:19; Juan 14:6; 2ª A Los Corintios 13:13.

  1. En la Deidad eterna, esencial y absoluta, así como la real, propia e inmaculada humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, concebida por el Espíritu Santo y en su nacimiento virginal de María Virgen.

El Hijo, que era el Verbo del Padre, verdadero y eterno Dios, de una misma substancia con el Padre, tomó la naturaleza humana, concebida por obra de gracia del Espíritu Santo, en el seno de la bienaventurada María Virgen, de manera que dos naturalezas enteras, a saber la Deidad y la Humanidad, se unieron en una sola persona, de lo que resultó un solo Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que realmente padeció, fue crucificado, muerto y sepultado, para reconciliar a su Padre con nosotros y, para ser sacrificio, no solamente por la culpa original, sino también por los pecados presentes y futuros de los hombres. Juan 1:1-3; Juan 1:14,18; A Los Filipenses 2:11; Colosenses 2:9; Mateo 1:16-25; Lucas 1:31; Lucas 2:7, 11; Gálatas 4:4; Hebreos 2:14; Hebreos 1:8; A Tito 2:13; Juan 10:30,38; Juan 5:17-23; Apocalipsis 1:8; Apocalipsis 22:12,13; Hebreos 1:1-3; Juan 17:5; 1ª A Timoteo 3:16; Colosenses 1:9.

  1. Su muerte expiatoria y substitucionaria en la cruz del calvario en “rescate por muchos”.

 Fue hecho maldición por nosotros los pecadores; y que murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras. La oblación de Cristo, una vez hecha, es la perfecta redención, propiciación y satisfacción por todos los pecados de todo el mundo, originales y actuales; y no hay otra satisfacción por el pecado, sino ésta únicamente. ( ni el arrepentimiento, ni los sentimientos, ni la fe, ni las buenas obras, ni los esfuerzos del pecador, ni la sumisión a las reglas y leyes de ninguna Iglesia, pueden agregar ni un ápice al valor de la preciosa sangre, o al mérito de esa obra consumada por El a nuestro favor. Cristo sufrió la muerte para librar a todos los hombres).Isaías 53; 2ª A Los Corintios 5:21; Juan 1:29; Hebreos 9:28; 1ª Pedro 2:24; 1ª Pedro 3:18; Colosenses 2:14; 1 Corintios 15:1-3; Romanos 3:26; Romanos 5:6-8; Gálatas 3:13; Romanos 3:25; Colosenses 1:20,21; Colosenses 2:10; Hechos 13:38,39; Romanos 3:22; 1ª A Los Corintios 6:9-11.

  1. Su Gloriosa resurrección de entre los muertos con el mismo cuerpo con que fue crucificado.

 Cristo verdaderamente resucitó de entre los muertos, conforme a las Escrituras y, volvió a tomar su cuerpo, con todo lo perteneciente a la integridad de la naturaleza humana, con el cual ascendió a los Cielos y está sentado a la diestra de Dios como Pontífice y Abogado de los pecadores, intercediendo por ellos, hasta que vuelva para juzgar a todos los hombres en el postrer día. Hechos 10:40,41; 1ª A Los Corintios 15:3; Romanos 4:25; Marcos 16:9-11; Marcos 16:14-18; Juan 20:11-29; Hechos 1:3; Hechos 2:23,24; Hechos 3:13-15; 1ª Corintios 9:1; Hechos 1:9-11; Romanos 8:34; Efesios 1:20,21; Efesios 2:6; Hebreos 1:3; Hebreos 4:14;  7:25; Hechos 7:55,56; 1ª Juan 2:1,2.

  1. En la Segunda Venida personal y visible de este mismo Jesús con poder grande y Gloria.

 Que la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo es la “Bendita Esperanza” que nos es propuesta, a la cual hemos de estar aguardando constantemente. Este mismo Jesús que fue tomado, así vendrá como le vieron sus discípulos, en forma personal y visible. “Nuestra vivienda es en los Cielos de donde esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”. Hechos 1:11; Juan 14:1-3; Filipenses 3:20; 1ª Tesalonicenses 4:16,17; 1ª Tesalonicenses 1:10; Hebreos 9:28; Filipenses 3:20, 21; 1ª Juan 3:1-3; 1ª Juan 2:28; A Tito 2:13; Mateo 24:44-46; Lucas 17:26-30; Lucas 18:8; Apocalipsis 1:7.

  1. En la Salvación, como resultado de la regeneración por el Espíritu Santo y por la Palabra de Dios, No por obras sino por Gracia, por medio de la fe.

Desde el momento en que creemos en El como nuestro Salvador personal, pasamos de muerte a vida eterna, justificados de todas las cosas, aceptados ante el Padre de acuerdo a la medida de la aceptación de su Hijo; que somos amados como El es amado y que seremos uno con El. En el momento en que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, El viene a vivir, a morar en el creyente, y así el creyente tiene la vida de poder y de santidad de Cristo por medio de El.  Por gracia somos salvos por la fe y, esto no de nosotros pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe. Efesios 2:6-8; Juan 1:12; Juan 5:24;  6:47; Hechos 13:38, 39; Romanos 4:5, 24, 25; Romanos 5:1; 1 A Los Corintios 1:30; Juan 17:21-23; Efesios 1:6; Colosenses 2:10; Hebreos 10:10-14; Efesios 1:13; Efesios 5:30, 31; 2ª A Los Corintios 13:5; Gálatas 2:20; Colosenses 1:27; 1ª Juan 4:4; 1ª Juan 5:18; 1ª Corintios 10:13; Judas 24.

  1. La total depravación del hombre debido a la caída.                                                                              

El pecado original no consiste en la imitación de Adán, sino que es la corrupción de la naturaleza de todo hombre engendrado en el orden natural de la estirpe de Adán, por lo cual el hombre está muy apartado de la justicia original, y por su misma naturaleza se inclina al mal y, esto continuamente. No sólo fue grandemente perjudicada su naturaleza moral por la caída, sino que perdió totalmente su vida espiritual, siendo muerto en delitos y pecados. “Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que los que están en la carne no pueden agradar a Dios”. Romanos 8:7,8. Sólo una nueva naturaleza impartida de arriba, una nueva vida implantada por el Espíritu Santo por medio de la Palabra de Dios, son absolutamente necesarias para la salvación.  Juan 3:3-8; A Tito 3:5; Efesios 2:1-3; 2ª A Los Corintios 5:17; 1ª Juan 5:1; Hechos 4:12; Juan 14:6; Salmo 53:1-3; Isaías 64:6; 1ª Juan 5:19; Romanos 3:1-23; Gálatas 3:22; Efesios 2:1-3; Jeremías 13:23; Marcos 7:20-23; Salmo 51:5; Romanos 5:12; Jeremías 17:9; Juan 1:12,13.

  1. En la eterna felicidad de los salvados y el eterno sufrimiento de los perdidos.

Las almas de los que han creído y aceptado al Señor Jesucristo para su salvación, en la muerte pasan inmediatamente a su presencia y, allí permanecen en bienaventuranza consciente hasta la resurrección del cuerpo en su venida, cuando el alma y cuerpo reunidas están con El para siempre en gloria. Filipenses 1:23; 2ª A Los Corintios 5:1-8; 12:1-4; 1ª A Los Tesalonocenses 4: 15-18; Filipenses 3:20, 21; 1ª Juan 3:2; Colosenses 3:4; Hebreos 4:9; Juan 17 :22-24.

 Las almas de los perdidos o los que no creyeron y aceptaron al Señor Jesucristo, para salvación, permanecen después de la muerte, en la miseria hasta el juicio final del gran Trono Blanco cuando alma y cuerpo, reunidos en la resurrección, serán echados “en el lago de fuego que es la muerte segunda”, “los cuales serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor y por la gloria de su potencia”. 2ª A Los Tesalonicenses 1:8, 9; Juan 8:24, 21; Hebreos 9:27; Lucas 16:23-31; Marcos 9:42-48; Juan 5:28, 29; Apocalipsis 20:5; Mateo 25:41, 46; Apocalipsis 20:15;  21:8; Mateo 13:30-50; Apocalipsis 22:11; Lucas 16:26.

    10.  En la verdadera unidad espiritual en Cristo de todos los redimidos por su preciosa sangre.

 El Cuerpo de Cristo, la Santa Iglesia Universal, está compuesta por todos aquellos que sinceramente han creído y aceptado la obra de Cristo en la cruz en sacrificio propiciatorio. Ésta es sólo una y su unidad radica en Jesucristo y es únicamente de carácter Espiritual. Es ésta la Iglesia que Jesucristo vendrá a buscar en el día del Arrebatamiento. Juan 17: 20-26; Filipenses 2:2; Hechos 2:4; 1ª A Los Corintios 12:13; 1ª Corintios 12:12, 13; Efesios 2:14-22; 2ª A Los Corintios 3:18; 1ª A Los Tesalonicenses 4:14 – 18.

   11.  En la necesidad de mantener y defender la Pureza de la Fe y la inalterabilidad de la Palabra de Dios y la vida Santificada de cada uno de sus miembros, según la palabra de Dios; junto a ello aceptamos el Credo de los Apóstoles como una afirmación de la verdad Bíblica, el cual junto con el Padre Nuestro, quedan incorporados a esta Declaración de Fe de la Iglesia Metodista Independiente. Amén.

Judas 3; Filipenses 1:27; 1ª A Timoteo 1:18, 6:12; 2ª Timoteo 1:13, 4:7; 1ª Tesalonicenses 5: 20-22; Efesios 4:14; Colosenses 3:16; 1ª Pedro 2:2; 1ª Juan 2: 12-14.

Hechos 20:32; 1ª Corintios 1:2;, 30; 6:11; 2ª Tesalonicenses 2:13; Hebreos 2:11;  3:1; 10:10, 14; 13:12; 1ª Pedro 1:2; Juan 17:17, 19; Romanos 6:1-22; Gálatas 5:16-25; Filipenses 3:12; 1ª Pedro 1: 14-16; 1ª Juan 3:5-9.

Lucas 11: 2-4; Mateo 6:9-13.